Cuando te haya perdido para siempre
y en la distancia sólo sea la tibia brisa
que acaricia tu piel en cada atardecer,
recordarás que entre risas me acercaba
en un furtivo instante de tu desnudez
para mi amor confirmarte, con un beso.
Cuando me sientas cerca en tu lucera
besaré tus ojos recordándolos risueños;
cuando a solas con mis recuerdos llores
seré el lino apretujado entre tus manos,
el que seque tus lágrimas de melancolía,
adicto compañero de tu llanto silencioso.
Cuando no pueda volar más por el mundo
con las alas desplegadas y de cara al viento
como las hojas marchitas desapareceré,
perdido, me llevaré tu amor por el tiempo
extrañaré el eco de tu lejana y dolorida voz
llamándome, hasta nuestro nuevo encuentro.
Delalma
Sábado, 19 de marzo de 2011
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