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lunes, 9 de julio de 2012

EL DUELO



Dos hidalgos caballeros de linaje ancestral,
poetas, cantores… ¡artistas!
enfrentados por la falacia de una cualquiera.
Frente a  frente se atraviesan el alma con miradas de acero
el silencio adyacente presagia desgracia.

Ella no ama a ninguno, pero es la culpable.
Desafiados, más por el intachable honor, que por amor;
en una mano llevan el coraje y la dignidad…
y en la otra la espada.

En ésta contienda  tal vez, ambos mueran;
llegan vestidos de gala como para un funeral,
han llevado padrinos a presenciar la querella…
rituales románticos de tiempos aquellos.

Ella, con abulia insolente contempla a los hombres,
vestida de fiesta  presente en la escena
su palmario escote manifiesta quién es… y de dónde viene,
cualquiera sea el vencedor, con él, irá a celebrar.

Trae puestos sus mejores atuendos
blusa blanca de fina seda, toda de encajes orlada,
un faldón vaporoso con hilos de plata tramada, insuflada
por el almidonado blanco lino de sus enaguas.

Quema el ambiente, más, el frío se siente…
las miradas hirientes, como rayos se cruzan…
¡Aparecen silbando las hojas de acero, surcando los aires…
en diestros lanzamientos serpentean buscando la carne!

El acero, a rojo vivo forjado, deslumbra con los rayos del sol
crujir de espadas y golpes de tazas...
van abriendo heridas, pero ninguna es fatal
ataque y defensa, exhaustos, no miran por donde van.

Enervados los hombres intentan un último golpe,
un último esfuerzo para dilucidar,
¡Se lanzan con furia, el uno con otro golpean sus pechos
la estocada implacable, penetra  la carne!…

Se estrellan las guardas y con violencia
a su destino llega el acero, desviado, ¡certero!…
atraviesan el pecho de la infame presente,
que esperaba impaciente por el vencedor.

A su vanidad, le faltaba colmarse de alhajas.
Quedan engastadas en las cazoletas, joyas
piedras preciosas decoradas de negro y oro,
una le atraviesa el pecho y la otra el corazón.


Delalma
Sábado, 08 de mayo de 2010


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