YO QUE TE QUIERO TANTO
Es difícil ver los capullos florecer
sin extrañar tu sonrisa,
tu terso rostro, tu alegría.
Extraño ver crecer tus auroras,
cálidos amaneceres…
entre los balbuceantes matorrales.
Reclinado a la sombra de aquel soto
con el pensamiento puesto en ti,
voy rumiando mis recuerdos…
con alguna hoja seca en mi boca.
El aire fresco me golpea la cara
y siento frio hasta en los huesos,
extrañando tú presencia,
que allá en la distancia, quizás
ya no se acordará de mí.
Siento la angustiosa necesidad
de cultivar más flores,
irónicamente, sonriendo pienso
que tal vez en una de ellas,
de pronto, he de verte aparecer.
Todo es ilusión y esperanza pasajera
si bien sé, que lo que se va… ya no regresa
como el tiempo, como la vida,
inapelable, como la clepsidra.
Me levanto pensativo oteando el paisaje
sólo el canto de las avecillas,
y el brillo de coloridas mariposas,
rompen la monotonía y el hastío.
En la brisa estás presente,
pero de mi vista estás ausente,
yo que te quiero tanto
deseo que encuentres el amor,
que no supiste hallar en mí.
Delalma
Miércoles, 30 de junio de 2010
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